¡Vaya circo!



Mientras volaba a lomos de un dragón me sentía el rey del mundo. Nada como ver las caras del resto de chicos de mi edad, incluso de los mayores. Asombro, admiración, algo de miedo, pero sobre todo la envidia que brillaba en sus ojos. Presumiendo como estaba, no reparé en que un trapecio se descolgó, partiendo así una de las alas de mi transporte volador. Comenzamos a descender rápidamente. Se escucharon unos gritos de alerta, pero ya era tarde. Fuimos a caer sobre Pepín Banzo, que en ese momento gritaba “El show debe continuar”
 
















Presentado a Relato Imposible de Aragón Radio con los tres conceptos imposibles: Un dragón, un trapecio y Pepín Banzo

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