Hasta la vuelta



Llega mi momento preferido del año, las vacaciones de verano. Por fin puedo hacer lo que más me gusta, viajar. Me siento en mi rincón preferido de la casa de mis abuelos, el pequeño balcón de la parte posterior, donde paso las horas recorriendo el mundo. Hay lugares que no salen ni en los mapas, pero eso no me detiene. Tengo tantos sitios por conocer… Allí no da el sol en todo el día, por lo que el fresco me acompaña durante mis largos viajes. De vez en cuando, mi abuela me interrumpe con un leve toque en el hombro. Su dulce mirada me devuelve por unos momentos a la realidad y me señala la bandeja con ricos manjares, tan necesarios para que no desfallezca durante mis aventuras. Mi madre siempre le pide que me obligue a jugar con otros niños del barrio, dice que necesito hacer amigos. Qué sabrá ella… tengo un millón de amigos repartidos entre los innumerables libros de la biblioteca y ellos me llevan a conocer a otro sinfín más. Una sonrisa se me escapa de los labios, ahora mismo el Capitán Nemo me pide que no me demore, el Nautilus está a punto de zarpar. Una nueva aventura me espera y no puedo retrasarme más. Le doy un beso a mi abuela. Y, mientras me alejo, la saludo con la mano al grito de “Hasta la vuelta”.











Historia con la que participo en el concurso de #historiasdeviajes de zendalibros 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El relevo

Encuentra el descanso