Cada uno escribe su propia historia con las letras que brotan de su alma, estas son las mías
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Desde el momento en el que el reloj dejó de marcar las horas, desaprendimos todo lo que hasta ese instante sabíamos y, con las manos vacías de vida, nos recluimos hasta las nuevas órdenes que lo pusieran otra vez en marcha
Desde lo más alto puedo pensar que todo es muy pequeño que nada importa que la vida pasa estemos preocupados o no preparados o no contentos o no que nada se detiene ni por ti ni por nadie que la vida es un ir y venir y que seguirá quieras o no puedas o no así es que sube sube a lo más alto y piénsalo
Cansado decidió acostarse, lo necesitaba. Hastiado del mundo, de sus habitantes y de ella, sobre todo de ella, apagó el interruptor de su vida. Antes, había dejado sin batería sus estúpidos amos tecnológicos. Fue así como realmente empezó su hibernación. Atrás quería dejarlo todo hasta sus sentimientos, que permanecerían en letargo durante el cruel verano. Parpadeó confuso, ¿cuánto tiempo había pasado? ¿Se habría producido el cambio de estación? ¿Estarían ya cayendo las hojas? Encendió la televisión y se encontró con la predicción meteorológica del telediario, que lo terminó de devolver a la realidad. Solo dos días habían pasado, aunque se sentía como si hubiera dormido toda una eternidad. De pronto, su maltrecho corazón revoloteó mientras la chica del tiempo hablaba de un anticiclón por el norte y de las tormentas pasajeras de verano. Sin saberlo, ella se había convertido en su nuevo sol. Relato presentado al concurso de Zendalibros.com #AmoresDeVerano
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