Carmen, como cada mañana, se levanta la primera. Baja las escaleras entre bostezos, pone la leche a calentar y va preparando la mesa. Cuando está todo preparado, vuelve al dormitorio para despertar a Paco, su marido. Le susurra que se dé prisa, no tiene mucho tiempo antes de entrar a trabajar. Después, se acerca a la habitación de las niñas y las despierta dulcemente. No las deja remolonear, haciendo que se levanten y se vistan con el uniforme. Una vez en el baño, les pide que se laven la cara y se echen colonia, mientras ella les aprieta las coletas entre las quejas de una y otra. Sonríe a su reflejo en el espejo. Paco, tras desayunar, besa en la frente a sus hijas y a Carmen, que le desea una feliz jornada. -Nos vemos a la noche.- le contesta él. Es uno de esos días en los que no tiene tiempo de ir a almorzar. -Chicas, vamos.- las apremia Carmen mientras va introduciendo los bocadillos del desayuno en sus mochilas. Tras comprobar que ha cerrado bien la puerta de su hogar las acompaña...